martes, 6 de noviembre de 2007

lunes, 22 de octubre de 2007

pa la casita... de cara al sol

Tenía tres años casi de trabajar en el mismo lugar. Hace más de un año que me sentía verdaderamente miserable con lo que estaba haciendo. El martes saqué todo el valor y renuncié. Con las palabras de Facundo impulsando (no la de pobrecito mi patrón, pero también aplicarían), uno debe dedicarse a hacer lo que ama. Yo, claramente no lo estaba haciendo. Fue rápido, mucho más de lo que esperaba. Cuatro días después y ya estoy fuera. No puedo evitar sentir cierta nostalgia, fue mucho tiempo. Y ahora lo que me inunda es una tremenda felicidad, pobrecito mi patrón, hasta con mis prestaciones se quedó (y la pobre soy yo). A Martita, cuando le conté y le presenté su nueva compañera, solo acertó decir con esa espontaneidad que la caracteriza, Ay mamita! Ahora sí que me ahuevó el día! Bueno, al menos alguien me va a extrañar.

El jefe se despidió con un seco ciao, y sin volver a verme a los ojos, debería estar pensando en qué gastaría mis prestaciones. Seguramente esa es la forma de demostrar la tristeza que le da que yo me vaya. Ajá. Qué sí, qué si, que pobrecito mi patrón!

Cómo se llamaba el famoso libro de Balzac? La misérie humaine? Ah no, era la Comédie Humaine. Les Misérables es el de Víctor Hugo. En qué estaría pensando. Por mucho que disfrute al Honoré, hoy leería Victor Hugo, masoquismo que le llaman.

Y así salí, con una caja de chunches que no sé dónde meteré en mi casa, los dos floreritos, la foto con Mari, un montón de discos quemados, libros, revistas, mi botella de agua y mi termo de café, el incienso y la esencia de jazmín, y guardado en la caja, metiéndose entre todo lo que allí había (porque prefiero que esté en la caja y no en mi cuerpo) el miedo, de entrar al alto número de desempleados de este país. En fin, escuchando a Facundo, decía algo así como: ahora mismo le puedes decir basta al trabajo que odias... porque la vida es aquí y ahora mismo. Mi jefe decía que Facundo es un pelotudo, yo creo que esta vez, tenía razón.

Abajo, algunos alcanzaron a desearme lo mejor con lo que viene. Yo, sentía profundas ganas de llorar, algo que me parece más mecánico que sincero, llorar porque me despido de algo, de lo que sea, sin importar que no ame ese lugar, sin importar que en realidad lo deteste, ya para despedidas últimamente he tenido suficiente.

Facundo también era el que decía aquello de, este es un nuevo día para empezar de nuevo, para buscar al ángel que nos crezca los sueños. El ángel lo tengo, el nuevo día, justamente eso!

Edu está afuera, después de varios días de no verlo, solo necesito su abrazo. Y así me voy, con la caja de chunches, el sentimiento de libertad recorriéndome todo el cuerpo, y el amor, avanzando muy agarrado de mi mano. El miedo se quedará en la caja.

martes, 16 de octubre de 2007

cuando hace frío en mi tierra


Foto tomada en dic del 2006, Cartago

domingo, 14 de octubre de 2007

Tengo pánico de comenzar esta historia, sé que para el final de este párrafo estaré llorando a mares. Difícil explicar el por qué entonces, pero es esto o gritar, esta es mi válvula de escape, este nuevo lugar es mi barredor de tristezas, mi forma de quejarme, llorar y tratar de sacar parte de lo que tengo dentro, contándote. Ya eran seis meses, de sufrimiento, de creer que uno se puede preparar para este momento, no como con vos, que de pronto desapareciste y que quedó tanto qué decir, tanta rabia, y tantas cosas que aún no comprendo.

Hubo tanta gente durante estos seis meses, que estuvieron preguntando, visitando y acompañando, pero no, ni aun sabiendo, nada te prepara. Pensé que vos estarías conmigo en este momento, pero escapaste antes. La llamada, era como cada vez que veía que me llamaban de la casa, contesté temblando, uno piensa que cada vez, es esa vez. Esa fue la última. Con vos, tuve que viajar de Cartago a Sabanilla. Recuerdo lo eterno que se me hizo el viaje, recuerdo que no quería llegar, pero a la vez sentía cierta urgencia de llegar, para comprobar que era mentira, que estarías recibiéndome como siempre, diciéndome todo lo que te fuiste sin decir. Esta vez, el viaje fue de Sabanilla a Cartago, igualmente eterno, pero esta vez quería llegar abrazar a mami, y sentir que en sus brazos yo podría pasar por esto, una vez más.

Pero viene mi queja, mi derecho al berreo. Criticona y malagradecida, lo que querás. No entiendo que hacía el grupo de vecinas, comiendo en el comedor de mi casa, comentando lo triste de la situación con la boca llena. No, señoras, lo lamento, lugar equivocado y sobre todo el momento equivocado. No quiero que recuerden junto a mí lo linda que era. Ya lo sé. No quiero que entren a su cuarto y repitan mil veces que quedó tan hermosa, que parece una quinceañera, no lo es. No, señoras, no es el momento. Era el momento de mi familia, era el dolor de todos nosotros. Que recuerden sus momentos junto a ella, yo estuve ahí siempre, no me lo tienen que contar, no recuerden su vida, yo estuve ahí, hasta en el momento que nos dejó de recordar, que olvidó nuestros nombres. Ustedes no tenían nada que estar haciendo ahí. Además, no pudo faltar, la que me abraza, y con tono de lástima me dice: “ ay! Mi chiquita, otro golpazo!” Yo honestamente no entiendo, son malas o estúpidas. Me inclino por la estupidez, espero que sea eso. Tampoco quería que me abrazaran y me dijeran que era lo mejor, eso yo lo sé, eso no me quita este dolor. Resuelvo subirme a la cama, acostarme junto a ella y abrazarla, Dios mío, es la última vez.

Después de eso, el tiempo vuelve a jugar conmigo. El tiempo que había comenzado a correr sin esperarme, ahora parece no pasar. Las horas dejan de correr y comienzan a caminar, a gatear. Todo fue tan lento, la vela, la misa de las siete y media, el viaje a Miramar, la misa de las doce, el entierro, el viaje de vuelta, entrar a mi casa vacía, los ojos hinchados, el dolor de cabeza, el alma rota (de nuevo). Tampoco faltó el primo que se acercara en el cementerio y me dijera, dejá de llorar, vos sos una chica preparada. No tuve tiempo de preguntarle, preparada para qué. Para despedirme? Para evitar el dolor? Para la indiferencia? Para sostener las lágrimas? Para fingir que no me importa? Porque si se refiere a mis cinco años en la universidad y una tesis sin terminar, tendré que llamarlo todavía para ver qué tiene eso que ver con el dolor que siento ahora.

No pude evitar que cada llamada de mis amigos me alegrara, que Ricardo me sorprendiera, que Josué, Dani, Fernando, Alex y Herbert me hicieran sonreír con una llamada. No dejo de sentir la compañía de Naty, Ferdi, Ahmed, Juan, El Cache, Julito y Varo, Don Carlos. Los mensajes de Ile, Ade, Morux... Y todo el resto, que dicen estoy ahí, y yo sé que es así. Que dicen: para lo que sea. Y yo sé que es para lo que sea. Y a Edu no sé cómo explicarle lo que significó para mí. No sabría decirle lo que se ha convertido en mi vida. En cada rincón que me escondí a llorar, daba la vuelta y estaba su pecho recibiendo mi cara. No sé cómo explicarle, tal vez esto le dé una idea.

Y ahora recogerlo todo. Prefiero hacerlo yo, no quiero que le toque a Ma. Ya llevo cuatro cajas, las manos ennegrecidas, y la nariz llena de alergia. Silvio me susurra que es doloroso aprender a vivir, y yo me caigo. Dónde metía tanta ropa esta viejita. Necesito más cajas. No cabré yo en una? Me da algo si me sale un bicho. Esta enagua le quedaba tan bonita.

Mi Blanca Luz de Jesús se me ha ido. Lo último que le pido es que te salude, que ahora te ilumine a vos. Mi luto seguirá, la particularidad de este sentimiento que me enseñaste es que cada día es peor. Así es la vida, así aprendí que es esto. Cada día la extrañaré y necesitaré más, así es esto.

viernes, 12 de octubre de 2007

en estos días...

Blanca luz
mi Blanca luz
luz, que iluminó mis días
luz, que extraño en mis mañanas
en mis cafés
en mis atardeceres
en la casa sola
sin vos
mi blanca luz
que se apagó en mis días
que sigue adentro
siempre adentro
mi blanca luz
sin vos ahora todo se me ha oscurecido.
tantas cosas perdieron sentido
las promesas las tengo presentes
las que tuve que cumplir las cumplí
las otras las tengo en mí
la cuidaré siempre
una vez más no tuve tiempo
el tiempo nunca iba a ser suficiente
para amarte
para querer tenerte aquí conmigo
estas cosas son así
el tiempo no cura
porque con cada día que pasa
duele más
el tiempo sólo enseña
a manejar el dolor
a aprender a vivir con esto
sin vos
no sé cuándo sea eso
un adiós
o un hasta luego
en este momento no importa
te extraño tanto que duele
pero te tengo adentro
tita
siempre adentro