Tenía tres años casi de trabajar en el mismo lugar. Hace más de un año que me sentía verdaderamente miserable con lo que estaba haciendo. El martes saqué todo el valor y renuncié. Con las palabras de Facundo impulsando (no la de pobrecito mi patrón, pero también aplicarían), uno debe dedicarse a hacer lo que ama. Yo, claramente no lo estaba haciendo. Fue rápido, mucho más de lo que esperaba. Cuatro días después y ya estoy fuera. No puedo evitar sentir cierta nostalgia, fue mucho tiempo. Y ahora lo que me inunda es una tremenda felicidad, pobrecito mi patrón, hasta con mis prestaciones se quedó (y la pobre soy yo). A Martita, cuando le conté y le presenté su nueva compañera, solo acertó decir con esa espontaneidad que la caracteriza, Ay mamita! Ahora sí que me ahuevó el día! Bueno, al menos alguien me va a extrañar.
El jefe se despidió con un seco ciao, y sin volver a verme a los ojos, debería estar pensando en qué gastaría mis prestaciones. Seguramente esa es la forma de demostrar la tristeza que le da que yo me vaya. Ajá. Qué sí, qué si, que pobrecito mi patrón!
Cómo se llamaba el famoso libro de Balzac? La misérie humaine? Ah no, era la Comédie Humaine. Les Misérables es el de Víctor Hugo. En qué estaría pensando. Por mucho que disfrute al Honoré, hoy leería Victor Hugo, masoquismo que le llaman.
Y así salí, con una caja de chunches que no sé dónde meteré en mi casa, los dos floreritos, la foto con Mari, un montón de discos quemados, libros, revistas, mi botella de agua y mi termo de café, el incienso y la esencia de jazmín, y guardado en la caja, metiéndose entre todo lo que allí había (porque prefiero que esté en la caja y no en mi cuerpo) el miedo, de entrar al alto número de desempleados de este país. En fin, escuchando a Facundo, decía algo así como: ahora mismo le puedes decir basta al trabajo que odias... porque la vida es aquí y ahora mismo. Mi jefe decía que Facundo es un pelotudo, yo creo que esta vez, tenía razón.
Abajo, algunos alcanzaron a desearme lo mejor con lo que viene. Yo, sentía profundas ganas de llorar, algo que me parece más mecánico que sincero, llorar porque me despido de algo, de lo que sea, sin importar que no ame ese lugar, sin importar que en realidad lo deteste, ya para despedidas últimamente he tenido suficiente.
Facundo también era el que decía aquello de, este es un nuevo día para empezar de nuevo, para buscar al ángel que nos crezca los sueños. El ángel lo tengo, el nuevo día, justamente eso!
Edu está afuera, después de varios días de no verlo, solo necesito su abrazo. Y así me voy, con la caja de chunches, el sentimiento de libertad recorriéndome todo el cuerpo, y el amor, avanzando muy agarrado de mi mano. El miedo se quedará en la caja.